sábado, 23 de octubre de 2010

tempora nova



“Es en este mismo lugar donde jugábamos cuando éramos niños. Nos dejábamos tragar por las olas para buscar tesoros, perlas, naufragios. El que regresaba con la estrella más grande se ganaba el beso de alguna enamorada, pues como bien es sabido, para los romances de esta isla las asteroideas son más preciadas que las serenatas.”
En cualquier lugar donde la gran sábana de agua se revuelve. Donde la frontera expresa su rompimiento y los fantasmas marinos enmascaran las piedras del acantilado. Ahí, veréis cómo los místicos se congregan sobre el pastizal, contemplando. ¿Qué es, lo que contemplan? una vez les pregunté. “El final”, señalaron. Ahora que lo pienso, me parece que fue el comienzo del fin lo que dijeron.